Audur Ava Ólafsdóttir
Ed. Alfaguara
Madrid, 2011
El pasado día 7 de noviembre, por fin, dimos comienzo a este
nuevo curso del club de lectura.
En esta ocasión el libro elegido fue Rosa Candida de
Audur Ava Ólafsdóttir.
A simple vista parece una historia sencilla, que no tiene ninguna
pretensión literaria. Estamos acostumbradas a buscar algo más cuando leemos una
novela. Pero en esta no pasa nada, simplemente es la vida cotidiana.
La autora juega con la sencillez, con la normalidad para dar
pie a que sea el propio lector el que llegue a otras reflexiones, el que
encuentre lo que da sentido a la vida de cada uno en su andar cotidiano.
Lo primero que llama la atención es que la acción no está
situada en ningún lugar concreto. Cada lector es dueño de imaginarse dónde
transcurre. Entre nosotras, opiniones para todos los gustos, desde Canadá, pasando
por los Países Nórdicos, Suiza e incluso Los Pirineos. Es este otro dato más
que confirma la intención de la autora de mostrar la cotidianidad No es necesario
saber dónde ocurren las cosas, lo importante es ir tejiendo, poco a poco, a medida
que se va avanzando en la lectura, el puzle que supone cualquier vida.
La novela parece tener dos partes paralelas y simultáneas,
por un lado la propia vida del
protagonista y por otra su relación con su hija. Es esta última la que va dando
cuerpo a la novela. A través de su hija podemos conocer cómo era su madre.
Alrededor del protagonista pululan otros personajes que no
son especialmente importantes por sí mismos, pero que son los que dan cuerpo y
sentido a todo lo que ocurre.
En primer lugar está su padre, con quien no mantienen apenas
relación. Desde su nacimiento, queda claro en la novela, que Lobby es de su
madre. Es ella quien le inculca su amor por las flores, concretamente las
rosas. Su padre está al margen, así como su hermano. Son dos mundos diferentes
dentro de una misma familia. La relación con su padre es extraña, se nota
incluso en las conversaciones que mantienen por teléfono, pero aún así, estas
conversaciones se mantienen en el tiempo. Es como una necesidad de mantener el
contacto con el origen.
Oro personaje curioso e importante en la novela es el padre
Tomás. El padre Tomás ve el mundo a través del cine. Siempre hay una película
adecuada para explicar los problemas que le plantea el protagonista.
Pero si hay alguien que define a la perfección al
protagonista esa es su hija. Con ella encuentra un sentido a su vida. Es lo que
le complementa. La hija parece revivir en él el recuerdo de su madre, la
persona que más ha influido en su personalidad. Padre e hija se complementan a
la perfección, de mismo modo que él se complementaba con su madre.
Lobby es especial, con una sensibilidad extraña en un
muchacho. Sus apreciaciones resultan a veces muy femeninas, impropias de un
hombre. Esto nos hace recordar de nuevo a su madre.
Toda la novela es en su conjunto un simbolismo: debajo de
todo lo feo y triste siempre algo bonito, algo que hay que esforzarse en sacar
a la luz. Constantemente nos habla de Islandia, el Malpaís, en posición al vergel
que representa el invernadero de la madre. El jardín del monasterio evoca a ese
vergel, pero cuando él llega está oculto. Su tarea es desenterrarlo, renovarlo,
volver a darle el esplender que tenía antaño.
La novela termina cerrando un círculo: el jardín vuelve a florecer
y él una vez cumplida su misión, regresa a su casa, pero esta vez acompañado de
su hija, la viva imagen de la madre.
En definitiva, una novela agradable y de fácil lectura.
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