martes, 31 de marzo de 2015

DEL COLOR DE LA LECHE



Nell Leyshon
Ed. Narrativa Sexto Piso
Madrid, 2013
“este es mi libro y estoy escribiéndolo con mi propia mano”
Así comienza “Del color de la leche”. Una frase que es toda una declaración de intenciones por parte de la autora y protagonista.  A lo largo del libro nos lo repite varias veces. Es importante para ella que sepamos que, por fin, es dueña de algo, de su libro, que lo escribe ella y que cuenta su historia.
Es un libro escrito para ti, lector y así te lo hace sentir. Quiere que tú como lector seas parte importante de su trayecto, de su devenir en la historia.
“quiero contarte lo que ha pasado ... y de todas formas tu querrás que empiece por donde se debe empezar” pág. 15
La historia te engancha desde el principio, te hace sentir protagonista y no puedes dejar de leer. Poco a poco te das cuenta de que lo importante no es lo que cuenta en sí mismo, sino como lo cuenta. Es la historia de un aprendizaje. Un proceso que no puede terminar más que de una manera: aprender a leer y escribir.
Se nos hace partícipes de ese aprendizaje. Cuando comienza la novela no sabemos muy bien qué es lo que nos vamos a encontrar. Poco a poco va tomando sentido  esa manera de escribir tan peculiar, sin mayúsculas. Te hace sentir extraño, es como si estuviera mal  escrito o mal traducido. Las ideas simples, las frases cortas, pero escritas como si se escaparan de nuestro pensamiento nos dan la primera pista: estamos asistiendo a los primeros pasos de nuestra protagonista en el mundo de la escritura. Al principio su pensamiento es más rápido que su mano. Escribe atropelladamente, para que no se le olvide nada, te falta el aliento al leerlo
“me acuerdo de donde estaba aquel día porque estaba soltando a las gallinas porque habían estado encerradas toda la mañana para que pudieran sus huevos y ahora había que soltarlas…” pág. 17
No hay puntos, ni comas. Es un  torrente de ideas que se plasman en el papel. A medida que va aprendiendo a leer y a escribir, es más fácil ver la relación entre el pensamiento y el lenguaje. Todo se hace más fluido. Es todo un aprendizaje que al final le hará libre. Pues de eso se trata, de conseguir la libertad
“y ahora ya he terminado y no tengo nada más que contarte.
“y entonces ya seré libre” pág. 174
 Mary, la protagonista, es una muchacha de quince años, alegre, optimista, lista, inquieta, fiel, con una visión muy clara de la realidad y que tiene una forma deslenguada de expresarse
“le enseñe las manos, tengo unas arrugas de la hostia” pág. 33
Es directa y no se calla ante nada ni ante nadie, lo cual puede no parecer muy adecuado para una muchacha de 1830 y menos para una granjera pobre
“pero a mí no me importa ninguno de ustedes” pág. 66
encerrada en una sociedad que la aprisiona. No tiene opciones, pero no se queja, acepta su destino sin rencores. Ella sabe qué es lo que es y cómo es y no piensa cambiar.
El resto de los personajes está formado por su familia. Su padre, un hombre amargado por no haber tenido hijos  y que hace trabajar a sus hijas desde el amanecer. Capaz de “vender” a su hija por un poco de dinero
“padre dice que le gustaría que hubiera uno… le hemos tocado nosotras… y ninguna de nosotras puede trabajar tanto como un hombre” pág. 69
Su madre, ausente, triste, incapaz de una simple caricia o palabra de cariño hacia sus hijas. Sus hermanas, que la consideran inferior simplemente por tener un defecto en la pierna, pero encerradas en el mismo mundo que Mary aunque sin las ansias de libertad que ella tiene.
Por otro lado, la familia del párroco. Una mujer enferma, triste, que descubre un rayito de sol en su vida con la llegada de Mary. Ralph, el hijo, mimado, consentido. Edna, la criada, una mujer que ha pasa la vida esperando a un marido y a unos hijos que no llegan, para los que guarda incluso una mortaja. Toda su vida tiene sentido sólo y exclusivamente porque sirve al párroco. Cuando este la despide, todo queda destruido para ella.
Y por último El señor Graham, el párroco, un egoísta que se aprovecha de todo lo que tiene a su alrededor, pero que se convierte en el motor que desencadena el proceso de aprendizaje de Mary. Él es quién la enseña a leer, pero se aprovecha de su poder y del deseo de Mary por aprender. Ella está dispuesta a aguantar todo lo que sea hasta que ya lo sabe todo y en ese momento será libre. Ella lo sabe y él, a su manera, también.
“ya sé leer y escribir todo los que necesito, señor.
todavía te queda mucho por aprender.
pero ya sé lo suficiente para lo que quiero hacer” pág. 160


Ha sido un auténtico placer leerla. Nos ha gustado muchísimo. Está escrita con una gran sensibilidad y consigue hacer de la protagonista una auténtica heroína.  

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