Este fue el primer libro que comentamos en el Club de Lectura. Como por aquel entonces no teníamos blog, no nos queda más remedio que comentarlo ahora, varios meses después.
La impresión general fue que no nos gusttó demasiado. Parece una obra hecha con prisa, de una forma superficial.
La idea inicial es divertida. De hecho, al principio el libro mantiene un cierto ritmo y resulta más divertido, pero es difícil mantener el mismo nivel en toda la obra. Algunas opiniones se orientaban a la idea de que Eduardo Mendoza se planteó esta novelita como un juego, una mera diversión que iba a ser publicada por capítulos en el diario El País.
Por otro lado, hace veinte años pudo tener más gracia, porque los personajes y sucesos a los que se hace referencia son desconocidos para algunos lectores actuales.
Bueno, no fue un inicio muy brillante para nuestro club, pero la reunión fue muy interesante y nos permitió entrar en funcionamiento.
Siempre que sé de él me viene un sentimiento agridulce. Para mi constituye el paradigma de lo que pudo haber sido y no fue, o, al menos, no está siendo. No sé si es un problema de falta de exigencia y rigor, de cansancio, de falta de inspiración, o de todo un poco, pero la realidad es que no levanta cabeza.
ResponderEliminarTiene una novela extraordinaria, La ciudad de los prodigios y una muy buena, La verdad sobre el caso Savolta. Todo lo demás es mediocre. No pretendo ser tajante, pero estamos ante un caso de escritor de talento, del que cabe esperar mucho (pues lo ha demostrado), y que se conforma con parodias más o menos humorísticas y de preocupante falta de sustancia.
Empleando el modo de hablar taurino, sigo esperando que "recupere el sitio" y que sus frecuentes aportaciones al absurdo debate de la “muerte de la novela” no reflejen su perspectiva sobre su propia obra.